El origen del tomillo se remonta al Antiguo Egipto, donde era empleado como ungüento en embalsamamientos y quemado como purificador del aire durante las epidemias.

Los griegos también conocieron sus propiedades medicinales para los males del pecho, como antiséptico.

El aceite esencial de tomillo se utilizó por primera vez en Alemania a principios del Siglo XVIII y se lo consideraba muy útil por sus propiedades antisépticas.

Ha sido tradicionalmente utilizado para preparar la llegada del invierno.