Los antiguos chinos consideraban a la soja como un alimento sagrado, y la biología le ha dado la razón a la sabiduría china por su comprobada presencia de fito-estrogenos –también llamados “estrógenos vegetales”- que tienen una acción similar a la de los estrógenos, las hormonas femeninas que comienzan a declinar con el paso de los años y dejan de producirse durante la menopausia.